Monday, August 02, 2004

2) Versiones dispares sobre el asesinato

Una conspiración en ERC, un asunto de celos o la implicación de falangistas y carlistas son algunas teorías.

Jefe de los “escamots”

El asesinato de los hermanos Badia, ochenta días antes de estallar la Guerra Civil, levantó todo tipo de conjeturas. Miquel Badia había sido jefe de la policía de la Generalitat, jefe de los “escamots” de Estat Català y en 1926 fue condenado por el frustrado atentado al rey Alfonso XIII, en el Garraf. Josep tuvo la mala suerte de acompañar a su hermano el día del atentado.


La muerte de los hermanos Badia desató todo tipo de conjeturas. Aunque la versión de que fue una acción de la FAI, por la limpieza con que fue ejecutada, era la más veraz, corrieron otras muchas, algunas muy disparatadas.

§ El político, abogado e historiador Josep Benet recuerda un rumor que corrió por Esquerra Republicana de Catalunya tras el asesinato, según el cual éste fue provocado por un asunto de celos por Rosa Ballester. La Roseta era una conocida catalanista de ERC, ex esposa de otro militante, Joan Duran, que en 1934 había iniciado una relación sentimental con el presidente de la Generalitat, Lluís Companys. Se insinuó entonces que Miquel Badia también pretendía a aquella mujer vivaracha y lista. Benet sostiene que, por supuesto, esta versión era falsa, pero que había ayudado a crear un halo popular de misterio en torno al asesinato.

Lo que sí es cierto es que la relación entre Companys y Badia, que nunca fue fluida, se había deteriorado a raíz de la actuación de Badia durante los hechos del 6 de octubre del 1934. Los “escamots” no se movilizaron en defensa del Palau de la Generalitat cuando era cañoneado por el ejército. De ahí surgió la versión de una conspiración “esquerranista” en el asesinato de los Badia. Ros Serra ratifica que dentro de ERC “pululaban muchos enemigos de Badia que podían ser decisivos en la omisión más que en la acción”.

§ Josep Andreu i Abelló explicó a F. Caudet, mediados los setenta, otra versión sobre el asesinato. “Los hermanos Badia venían a menudo como espectadores al Parlament. Un día Miquel me informó de que había entregado un informe contra determinados personajes de ERC al entonces ex conseller Josep Dencàs” (que huyó por una alcantarilla la noche del 6 de octubre de 1934), y que clarificaba su posición en aquellos hechos. “Dencàs no se atrevía a elevar una interpelación con aquel informe y Badia me preguntó si yo estaba dispuesto a defenderlo. Acepté. (...) Habíamos quedado que Badia me entregaría el informe en el Terminus (célebre cafetería en la esquina del paseo de Gràcia y Aragó). Pero no vino... Aquel día lo mataron.”

§ Otra razón del distanciamiento entre Companys y Badia eran los modos expeditivos de este último. Para Jaume Ros, “sus métodos eran los de todas las policías del mundo democrático: delatores y palizas. Y naturalmente guardando, como todas las policías, los derechos humanos en el baúl de los recuerdos”. Badia fue destituido por Companys apenas ocho meses después de haber sido nombrado jefe de los Serveis d’Ordre Públic. El cese se hizo efectivo a causa de un hecho marginal, ocurrido en los juzgados de Barcelona.

El día 10 de septiembre de 1934 se celebraba la vista contra el abogado J. M. Xammar por reclamar el derecho de un procesado a declarar en catalán, lo que fue considerado por los jueces una provocación. El juicio se presentaba complicado y el propio Miquel Badia acudió para controlar el orden. La tensión entre el abogado Xammar y el juez Jovino Fernández fue en aumento, con insultos groseros y gestos despectivos. Hasta el punto de que los policías a las órdenes de Badia se llevaron detenido al fiscal “por pronunciar frases despectivas para la policía y la Generalitat”, según La Vanguardia. Dos días después, Badia era conminado por Companys a dimitir.

El periodista Pere Foix explica en un libro sobre los hechos del 6 de octubre de 1934 que hubo varias entrevistas entre Companys y Badia a raíz de los graves incidentes en el Palacio de Justicia y, según afirma, el presidente le prometió reponerle en el cargo o bien nombrarle para la Comissaria General. Lo cierto es que la dimisión de Badia motivó un amplio movimiento de apoyo y la celebración de un multitudinario homenaje, el 24 de septiembre de 1934, en el Palau de Belles Arts, al que asistió el propio Companys y en el que fue abucheado por parte de los asistentes a pesar de que éste se abrazó a Badia. Un testigo oyó a Companys comentar que “aquesta nit s’ha liquidat en Miquel Badia”. La versión conspirativa tenía, pues, sus razones.

§ Pero había otras. La actuación de Miquel Badia después de ser nombrado en febrero de 1934 no fue precisamente moderada. Al mes había destituido ya a varios funcionarios corruptos por tolerancia con el juego, sector en el que se ganó muchos enemigos. Cuando fue asesinado, hubo quien aseguró que su muerte había sido financiada por el propietario de La Criolla y de Cal Sagristà, un célebre organizador de timbas. El periodista Josep Maria Planes escribía en Les nits de Barcelona que “les dones de La Criolla estan situades generalment un bon tros més avall de tota redempció possible. La joventut, però, els dura poca estona. En pocs mesos d’actuar agafen de seguida aquell aspecte d’edat indefinible. Mai més no sabreu si tenen divuit anys o bé quaranta... Ni elles mateixes ho saben, probablement.”

De Cal Sagristà, situado enfrente de La Criolla, en la misma calle del Cid, escribía Planes que era “famós pels seus invertits i per la literatura realista que s’ha fet al seu entorn. Els dies de gran animació, hi ha un gran xiu xiu d’històries de vici i de cocaïna...”.

§ Otra versión del asesinato de los hermanos Badia la atribuía a militantes de Falange Española. Días después del asesinato fueron detenidos en Barcelona varios miembros del partido fascista, algunos de ellos con armas. Una versión que buena parte de la prensa difundió durante varios días. Pero el jefe de Falange en Barcelona, Luys Santamarina, uno de los detenidos por la policía en 1936, desmintió en 1977 que su organización hubiese tenido nada que ver con la muerte de los Badia.

§ Muchos años después, la muerte de los dos hermanos seguía nutriendo fantasías. Ricard Pedrals se hacía eco en Qüestions de vida cristiana de una indiscreción de un párroco de la Concepció de Barcelona. Según esta versión, en una reunión de carlistas en El Correo Catalán se acordó “eliminar a Badia, que tenia la FAI perfectament controlada, per aconseguir el seu desbordament. Van comprar un assassí perquè els fés la feina... Un dels presents deia que hi va aportar, si no recordo malament, 30 monedes de duro”.

§ Para el ex poumista Víctor Alba, sin embargo, el asesinato de los Badia tenía una explicación muy sencilla, según escribió en el Avui (21 de enero de 1998). Alba explicaba que coincidió en la cárcel Modelo con el “faiero” Justo Bueno Pérez, principal implicado, como se verá más adelante, en el asesinato de los Badia, antes de que fuera ejecutado en el Camp de la Bóta, en 1944. Alba cree que Bueno asesinó a los Badia “por razones personales. Un pariente lejano suyo, joven, estaba medio tocado a consecuencia del trato que había recibido en los subterráneos de la comisaría de la Generalitat. Los hombres de Badia, los ‘escamots’ de un Estat Català que no tenía nada que ver con el de Macià ni con el de la Guerra Civil, y que inspiraba mucha desconfianza a ERC, se dedicaban no a perseguir fascistas, sino a gente de la FAI, a cenetistas y, sobre todo, a las juventudes libertarias. Los conducían a la Via Laietana, les sacaban la camisa, los ponían de cara a la pared y anunciaban que iban a matarles; desde detrás, uno disparaba por encima de las cabezas y otro, simultáneamente, lanzaba piedrecitas contra las espaldas de los detenidos. Más de uno se desmayó e incluso alguno perdió la cabeza. Nunca lo olvidaron y Bueno pasó cuentas cuando pudo”, según el escritor fallecido el pasado marzo.

Algunas hipótesis hablan de que uno de los que probó las palizas de Badia fue el líder faísta Joan García Oliver. Pero la mayoría de las versiones coinciden en que los autores materiales fueron cuatro “faieros” cuyos nombres bailan según la fuente. Sólo un nombre coincide: el de Justo Bueno Pérez.

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